martes, 2 de marzo de 2021

Son molinos y son gigantes.

 



La energía renovable no es el problema; por supuesto que no. Lo que la convierte en una amenaza para el medio rural es la dimensión de los proyectos y, en el caso del megaparque de Sayago, su tamaño excede todo lo conocido hasta ahora. Eso sí es un problema.

Vemos aerogeneradores habitualmente desde las carreteras, al pasar a una buena distancia de ellos y, con esa perspectiva, no parecen gran cosa. Suelen estar en lo alto de una loma para aprovechar el viento ascendente y lejos de las poblaciones: aparentemente, no molestan.

Pero esos molinos que veíamos hasta ahora son exactamente la mitad de los que vienen. Los proyectados en Bermillo de Sayago, dentro de la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Meseta Ibérica, miden 240 metros, centímetro arriba, centímetro abajo. Es decir, la altura de cinco de esas torres del tendido eléctrico con forma de robot, que rodean las presas del Duero y atraviesan el territorio zamorano, con la misión de generar desarrollo en otras zonas industrializadas donde sí, ahí sí, llega la verdadera distribución de la riqueza.

Un aspa de estas moles (el modelo E-160 EP5 de Enercon) mide 80 metros: el equivalente a 5 trailers articulados, uno detrás de otro.  Y cada molino, con su aerogenerador situado a 167 metros del suelo, se soporta sobre una base de hormigón del tamaño de una piscina olímpica, con entre dos y tres metros de profundidad: 450 metros cúbicos de cemento y hierro, multiplicados por 66, en un espacio protegido donde es obligatorio poner el tejado de las nave de un determinado color, para evitar un daño visual en el paisaje.

La protección del entorno es muy necesaria y deseable, pero no se explica la flexibilidad de las normas, si se permite la invasión de máquinas gigantescas en ese mismo espacio natural, cuando llegan con inversiones de empresas extranjeras que se llevarán los beneficios muy lejos del territorio. La energía y los ingresos del viento también se irán, dejando Sayago en el mismo abandono que trajeron las presas. 

Y vamos camino de cometer el mismo error. La pena es que hay mucha gente que no lo está viendo venir y cuando el ruido les haga mirar hacia arriba, ya será demasiado tarde.



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