PARA TENER OPINIÓN, PRIMERO LA INFORMACIÓN.
Queremos que todo el mundo tenga la información necesaria para valorar, en su justa medida, la transformación que sufrirá Sayago con la instalación de un macroparque eólico. Además de dar dinero y unos escasos empleos tras la construcción, este uso industrial del suelo tendrá muchas más consecuencias. Para opinar, hay que conocer la realidad. Toda la realidad del futuro que nos espera.
sábado, 9 de julio de 2022
miércoles, 6 de abril de 2022
DECISIONES AL CALOR DE UNA GUERRA
Está más que demostrado que las decisiones en caliente conducen al desastre, pero seguimos sin aprender.
Recientemente hemos
visto a un actor reaccionar impulsivamente ante un chiste y abofetear a un
compañero, arruinándose su día de gloria y, probablemente, poniendo fin a su
carrera. No supo contar hasta diez.
Unas semanas antes, el líder de una potencia nuclear decidió invadir un país vecino, provocando miles de muertos, millones de refugiados y una crisis mundial sin precedentes, al desestabilizar los mercados globales de energía y alimentos.
Vladimir Putin primero y Will Smith después, en lugar de contenerse, respirar y pensar, la cagaron.
Y con estos dos ejemplos todavía calientes, el Gobierno de España pretende solucionar la disparatada subida del precio de luz, con una decisión igual de disparatada: acelerar la instalación de megacentrales renovables, dando carta blanca a la industria energética para invadir territorios rurales, saltándose trámites, acortando plazos y eliminando la necesidad de estudios de impacto ambiental.
En pleno calentón, los encargados de la transición ecológica se levantan de sus sillones y abofetean al medio ambiente, a la biodiversidad y a los habitantes de la España despoblada, que no tienen masa social ni recursos para mostrar oposición, ante la transformación radical de su entorno y modo de vida.
Deciden que toca arrasar pastos y bosques por el bien común y por el futuro. Usan la lucha contra el cambio climático, como excusa para industrializar miles de hectáreas de suelo productivo y convertir a agricultores y ganaderos en los nuevos refugiados; familias expulsadas de su tierra y obligadas a empezar una nueva vida en otro lugar, que les es completamente desconocido.
Con el objetivo de contener la dependencia energética del exterior, planean sembrar de máquinas y espejos lugares donde ahora hay hierba, fruta y cereales, agravando otra dependencia igual de peligrosa: la de alimentos de primera necesidad.
Les pueden las prisas. Y los estudios de impacto ambiental, que son los que permiten llamar “ecológica” a esta transición, se empiezan a ver desde el ministerio como un freno; una pérdida de tiempo innecesaria.
Los beneficios de las renovables podrían ser verdes, pero no quieren esperar a ver si en su despliegue se ocupan espacios naturales, se sacrifican especies amenazadas o se termina de vaciar la España despoblada, lo que demuestra que el beneficio que se persigue debe ser de un verde diferente.
Vladimir Putin quería salvar a los ucranianos de una tiranía fascista, así que decidió bombardear sus casas, sus hospitales y escuelas, para que dejaran de sufrir con tanta opresión. No hay duda de que su intención real también era diferente a la declarada.
Si de verdad se pretendiera beneficiar a las personas reduciendo el precio de la luz y proteger el medio ambiente, la transición se haría de otra manera: con calma, con una correcta planificación, apostando primero por la eficiencia y el autoconsumo, contando con la ciencia y con la población local, midiendo los efectos sobre el territorio, la biodiversidad y las frágiles economías locales, para evitar que acaben siendo, otra vez, las víctimas sacrificadas para el desarrollo de los demás; daños colaterales de nuevas decisiones precipitadas, que nunca cuentan con su opinión.
En lugar de pararse a
pensar, van a convertir la gran oportunidad que suponen las renovables en un
terrible error, fraguado al calor de una guerra. Contando gigavatios y millones en lugar
de contar hasta diez.
viernes, 11 de marzo de 2022
MISILES, RENOVABLES Y DINERO.
LO QUE CAE DEL CIELO
Por Delfín Martín
Los humanos nos pasamos la vida mirando hacia arriba. Y los motivos pueden ser muy variados; desde la relajada contemplación del movimiento de las nubes o el vuelo de las aves, hasta la búsqueda de respuestas a las grandes preguntas del universo, pasando por la necesidad de predecir el tiempo que hará mañana. Hoy hay millones de ciudadanos ucranianos pendientes del cielo por si les cae una bomba, mientras algunas empresas energéticas ven ascender el precio del gas y también caer en sus bolsillos millones de euros en beneficios. La situación no puede ser más injusta. O quizá sí.
El sistema marginalista de fijación de precios de la electricidad ya era demencial antes de la invasión decidida por Putin. Consiste en que la fuente de energía más cara, actualmente el gas, marca el precio al que se paga toda la electricidad producida cada hora del día. Eso supone que otras energías mucho más baratas de producir, como la hidroeléctrica, la nuclear o las renovables, son en realidad tan caras para el consumidor como llegue a ser el gas. Y ahora, con este combustible disparado a causa del bloqueo de la importación desde Rusia, la industria energética europea multiplica sus beneficios y su cotización, mientras las familias y las empresas que necesitan la energía ven multiplicarse su gasto eléctrico en la misma proporción, viéndose incluso abocados al cierre o a situaciones de pobreza energética. Incluso en mitad de una guerra, algunos se siguen frotando las manos y no porque pasen frío.
Las autoridades europeas parecen incapaces de acometer el cambio de sistema, sin que se entiendan las razones. El sistema marginalista, ya bastante perverso en tiempos de bonanza económica, cobra ahora otra dimensión que me atrevería a calificar de suicida, por las dramáticas consecuencias sobre vidas humanas que puede sumar a las obvias del conflicto.
Y para agravar más un tema tan irracionalmente trágico, ahora las empresas energéticas y los mandamases políticos de la UE ven la solución en la escalada de instalaciones de generación renovable, argumentando que esas fuentes milagrosas reducirán el precio de la luz, porque en lugar de carísimos combustibles fósiles usan la fuerza del viento y el calor del sol que, como todo el mundo sabe, son gratis.
Pero si se mantiene la misma trampa marginalista, con que una sola planta de ciclo combinado vierta a la red el último megavatio que falta en la subasta, dará igual: la factura de la luz se elevará a las alturas como el gas y los pobres consumidores nos quedaremos mirando al cielo, soñando con que un día baje como prometieron que pasaría. Pero sólo veremos cientos de palas de aerogeneradores gigantescos, alterando la tranquilidad del paisaje que un día fue rural. Y al final de un día cualquiera, nos terminaremos marchando.
Mejor haríamos en mirar al suelo que ocuparán millones de placas fotovoltaicas (me niego a llamarlas solares, que suena más natural y poético) y decenas de miles de aerogeneradores (me niego a llamarlos molinos, que suena más caballeresco y romántico), que vendrán a alterar paisajes de los que vive el turismo, a desplazar y destruir la rica biodiversidad que estamos obligados a proteger, a robar superficie fértil donde producir alimentos, que ahora se convertirán en el siguiente bien escaso del primer mundo, tan industrializado con el monocultivo energético para evitar su dependencia exterior, que caerá de cabeza en una nueva dependencia alimentaria. Y a todo esto, seguiremos dependiendo también del precio que quieran poner a la luz estos señores, tan preocupados por el cambio climático y tan vestidos de verde, que están dispuestos a todo para conservar sus beneficios y sus privilegios a costa de lo que sea.
Así está el mundo: a unos les caen bombas y a otros miles de millones en beneficios. Una guerra es más difícil de parar, pero los que tienen en su mano las soluciones al otro asunto, siguen mirando al cielo como quien oye llover. Ahora dicen que igual se reúnen en un par de semanas... estarán liados. Me quedo mirando al cielo, a ver a qué altura pasa volando la próxima factura de la luz.
Y sigo soñando con el día en que prime la cordura y alguien decida apostar por otro modelo de transición, con renovables, sí... pero no así.
jueves, 26 de agosto de 2021
Siguen sin ver y sin escuchar lo evidente.
Negarlo resulta más cómodo. Pero meter la cabeza en un agujero como los avestruces nunca resuelve los problemas que crecen más arriba.
La gente cree que unos aerogeneradores gigantescos clavados en el paisaje no suponen ningún daño: son inocuos, invisibles y mudos. Como si no existieran.
Bien, pues mejor que explicarlo es verlo y que cada uno se imagine viviéndolo en su piel, sus ojos y sus oídos cada día, a todas horas, durante años.
Esto es lo que trae un parque eólico a las viviendas cercanas, como les pasará a muchas de Sayago en el caso de que el despropósito termine abriéndose paso.
Nadie querrá vivir así y entonces vendrá el auténtico drama de la despoblación. No hay futuro sin vecinos. Y no hay vecinos en lugares como el del video.
lunes, 17 de mayo de 2021
¿Todavía crees que lo que se haga en Bermillo a ti no te afecta? Abre los ojos.
Una muestra de cómo se verá (si llega a construirse) el macroparque eólico de Bermillo, Almeida y Muga desde otras localidades cercanas en las que no se ha informado. Los vecinos están descubriendo ahora la que se les viene encima, gracias a la labor de la plataforma Otra Vez NO en Sayago, Los supuestos beneficios no saldrán de los tres ayuntamientos cómplices del desastre, pero los daños alcanzarán a toda la comarca. Estamos a tiempo de pararlo.
jueves, 13 de mayo de 2021
Nos hemos informado y esta es nuestra opinión: EL MANIFIESTO OVNES.
sábado, 27 de marzo de 2021
LO QUE FALTABA EN LA ESPAÑA VACÍA: UNA INVASIÓN ENERGÉTICA PARA DIVIDIRNOS MÁS.
-
LOS QUE NO AMAN SU TIERRA Es difícil de entender que, en una comarca como Sayago, alguien vea futuro en la invasión renovable a gran escala....
-
El macroparque eólico proyectado en la comarca de Sayago amenaza el paisaje, la biodiversidad y la tranquilidad de la Reserva de la Biosfe...
-
Los gobiernos y la industria energética manejan miles de millones, pero no saben contar hasta diez. Está más que demostrado q...